














Venta de isla chilota por viuda de 90 años
Una viuda de 90 años decide vender una isla en Chiloé como cierre de ciclo vital, no como lujo.
19 de diciembre de 2025
En medio del archipiélago de Chiloé, lejos de carreteras, condominios y resorts de lujo, una pequeña isla de 32 hectáreas acaba de salir al mercado. La noticia llamó la atención por un detalle que lo cambia todo: la propietaria es una viuda de 90 años que decidió vender no para hacer negocio, sino porque el modelo de vida que sostuvo ese territorio durante décadas ya no es viable.
Se trata de la isla Imelev, también conocida antiguamente como Imeldeo, ubicada a pocos kilómetros de la isla grande de Chiloé y con acceso exclusivo por embarcación. No hay puentes, no hay vecinos y no hay ocupantes permanentes. El terreno está cubierto por praderas, árboles nativos y una playa natural con bancos de mariscos. También cuenta con un faro, un elemento que suma identidad y valor patrimonial más que lujo.
El precio fijado —47.000 UF— puede parecer elevado a primera vista, pero los intermediarios han sido claros en un punto clave: no es una isla pensada para millonarios ni para megaproyectos turísticos. El discurso que rodea la venta va en sentido contrario al imaginario clásico de “islas privadas para ricos”.
Durante años, la isla fue utilizada para el pastoreo de ganado, una práctica común en la zona. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa dinámica dejó de ser sostenible. Trasladar animales en bote, mantener la producción y competir con grandes extensiones del continente se volvió cada vez más difícil. La venta, en ese sentido, no responde a una moda inmobiliaria, sino a un cambio profundo en la forma de habitar el territorio rural del sur de Chile.
Quienes ofrecen la propiedad lo dicen sin rodeos: no es un lugar para parcelar ni para llenarlo de casas. El perfil de comprador ideal es una familia o una persona que quiera desarrollar un proyecto propio, vivir ahí o darle un uso muy acotado, con respeto por el entorno. Más retiro que negocio. Más continuidad que especulación.
Otro punto que ha despertado interés es la geografía de la isla. Aunque cuenta con playa, el terreno se eleva entre 100 y 115 metros sobre el nivel del mar, lo que permite construir en zonas seguras frente a marejadas y eventos extremos. No es un detalle menor en tiempos donde el cambio climático pesa cada vez más en las decisiones inmobiliarias.
Más allá de los números, la historia que rodea esta venta tiene un fuerte componente generacional. Habla de envejecimiento, de herencias que ya no encuentran relevo y de tierras que alguna vez fueron productivas, pero hoy requieren otra mirada. No hay urgencia ni promesas de rentabilidad rápida. Hay, más bien, una invitación a pensar la isla como un proyecto de vida.
En un mercado acostumbrado a vender lujo, exclusividad y retorno económico, esta isla chilota se ofrece desde otro lugar: como un espacio para desconectarse, habitar con calma y decidir qué hacer con un pedazo de territorio que aún se mantiene intacto. Por eso, quienes la conocen insisten en que no es para millonarios, sino para quien entienda que el verdadero valor está en lo que no se puede replicar.
Fuente: Publimetro




































